Siempre nos ha gustado pensar a los huertos
comunitarios como laboratorios ciudadanos donde las sustancias –nosotras,
las personas– se precipitan, se saturan,
se diluyen y donde se generan reacciones químicas impresionantes.
Agronautas fue la oportunidad de demostrar que con
compromiso, esfuerzo y mucho humor los procesos colaborativos de
autoconstrucción son posibles y replicables en espacios urbanos como son nuestros huertos .
El proyecto Agronautas se planteó como la creación de un
espacio de aprendizaje abierto a todas las personas que quisieran participar.
Llevamos sobreviviendo a varios veranos sin sombra y desde hace tiempo se
valoraba la necesidad de una estructura que nos permitiera tener un lugar donde
“pasaran más cosas”. Un lugar para reunirse, para hablar, para tomar
decisiones, para compartir nuestras propias existencias. Era necesario un
ágora.
A través de varias jornadas de trabajo y gracias al apoyo de
Pez Estudio, un equipo de arquitectas dinamizaba cada una de las sesiones. Nos
centramos entonces en la producción, instalación y puesta en marcha de una
infraestructura que nos permitiera seguir pensando otros futuros posibles para
las ciudades que habitamos.
Pero no sería una estructura cualquiera. Queríamos que fuera
como nosotras: heterogénea, polimorfa, orgánica, con muchos puntos de apoyo,
con diferentes alturas, irregular, desordenada, que tuviera en cuenta al
entorno y estuviera construida de elementos naturales… que fuera como la propia
naturaleza.
La llamamos "La Estructura Loca", reivindicando el concepto de
la locura como aquello que nos hace salir de la norma
establecida y de los cánones de “cómo deben de ser las cosas”. Queríamos que
fuera reflejo de la diversidad de la que estamos hechos.
A lo largo de varias jornadas de trabajo desde diciembre y con la
participación de alrededor de 15 personas, La Loca fue inaugurada en el mes de
mayo de 2018. Una cubierta amarilla y blanca permite además que en los días de verano
sea posible protegerse del implacable sol madrileño. Bajo La Loca queremos además generar un espacio que nos
permita realizar otras actividades en el huerto, además de cultivar y cosechar.
Queremos que sea un espacio de ocio, de lectura, de reflexión, de diálogo, y de
disfrute.
Desde esta, nuestra pequeña isla en las márgenes de las vías
del tren, siempre hemos concebido a los huertos como espacios de transformación
social donde suceden cosas que no siempre sabes cómo se van a desarrollar ni en
qué van a derivar.
Y de eso va la construcción de espacios colectivos: de crear
juntas, de disfrutar los procesos colaborativos y de mejorar los espacios de
convivencia porque es desde ahí donde somos capaces de transformar la sociedad
en la que vivimos.
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